Rabietas

Hay noches que el Conngo se enoja y reclama soledad. Sus habitantes deben marchar, regresando al amanecer.
Es entonces que comprenden que ni se han ido ni han regresado; tanto como que ya no son ellos, si es que acaso lo fueron.

Eterno Conngo

Los sabios ojerosos admiten que la vida en el Conngo es la más excluyente de las repeticiones. Todo evento carece de originalidad, de modo que su suceder es mero reflejo de su sucedido. En el Conngo todo ya ha ocurrido, al menos, infinitas veces.
Algunos consideran que, allí, se concretizan eventos paralelos, conjurando su transparencia en breves latidos de sentido.
Conngoleños diversos han negado la redundancia de sus días, argumentando que nada de su experiencia les señala esta realidad.
Los conngolitos saben que mienten.

Anecdotario

En el Conngo, las anécdotas no se narran, se comparten. Cada habitante de la región acumula experiencias únicas, las cuales son convidadas a conngolitos próximos.
De ese modo la anécdota se incorpora al Conngo entero, perdiendo el sentido único que para su protagonista tuviera.
Dicen que el Conngo es tan solo la suma de relatos de personajes que, en un rapto de nostalgia, han devenido chismosos.