Andadas en el Conngo

Todos sabemos que el Conngo desconfía de los lugares comunes. Es por eso que, en estas tierras, nadie hace camino al andar. Los sabios primeros han enseñado, y los conngolitos aprendido, que el andar es un mero ejercicio visual. Una instancia de observar, no pasos pasando, sino huellas siempre pasadas y ordenadas al azar.

Los conngudos se desesperan estudiando ciencias que permitan recuperar el camino diluido entre tantos pisotones; los conngueños miran las huellas y lloran añorando patas ignotas.

Los conngolitos, por el contrario, saben que nada tiene más sentido que ese vacío que se desprende de las huellas. No lloran ni estudian. Pasan sus días jugando a dejar las propias.