Naufragios

En las terrazas menos pobladas de Conngo, sobre los montes boreales, existe una especie de conglomerado urbano, donde la gente hace solo aquello que gusta de hacer... Nadie hace nada en este lugar, si no es por su propia comodidad y conveniencia.

No existen prácticamente historias autóctonas propias de esta tierra, que traten acerca de fraternidad o de movilización solidaria alguna.

Algunos pobladores sufren, en este lugar, el tormento de convivir entre pares, tan desprovistos de conciencia de comunidad, como ellos mismos.

Como corolario, -aseguran las malas lenguas, que “son vulnerables al acecho de otros individuos que suelen patearles los tobillos, pese a que sobre la misma vereda, pero mas cerca del sol... caminen para el mismo lado.

Sabido es, por estos barrios que “todos, en su momento, abandonan los barcos naufragados”.

Y siempre llega a estas latitudes, ese instante en el que todos los naufragios, se sienten ajenos.

En los lagos de algunos valles (como estos), la intrascendencia social pesa mas que cualquier empuje y por ende todo, al fin se hunde sin ecos ni sombras o reflejos individuales.

Corroborar la regularidad con la que se padece este tipo decepciones, suele redundar en penurias y , aunque parezca insólito, en general, saberse ignorado y abandonado a la propia suerte, le sirve a uno de experiencia, para volverse aun mas egoísta. Manteniendo el sistema.

De lo expuesto, se sugiere insistidamente, no turistear estas tierras, a menos que pretenda uno, morir antes de ver el próximo cometa.