En dichas conversaciones, los sueños emergen de nuevo, y reconocen en el acto a sus dueños. El conngolito que encuentre el suyo, morirá al instante; morirá feliz. Sucede que en el Conngo, el sueño es Tótem; lo vivo es lo que sueña, y quien ya no precisa hacerlo, no duda en retirarse jactansioso.
Algunos conngudos, sin embargo, suponen que cada sueño da igual, y se arrogan propiedades sobre aquellos de carácter bastardo e indeciso. Esperan encontrar lo que nunca perdieron.
Es que los conngudos del Conngo, no sueñan.