Gineceos del Conngo

Existen seres cósmicos en este lugar, tal es el caso de las mujeres mágicas del Congo, las que aceleran los atardeceres por salir al aire, y con su luz, agotar cada vez mas temprano al propio sol.

Las mujeres castas, suelen sonreír a menudo, con una risa perpendicular al desencanto que sorprende al verlas, algo así como un gemido o quizás una queja.
Otras en cambio, viven entre los modelos de plástico y no son, si no mas que muñecas que regalan besos, venerablemente hermosas, imitan angelitos de porcelana, y no sonríen... te alargan la vida un ratito.

Cada una de ellas, tiene todo permitido pues nada nunca puede nunca negársele.
Ante la menor fluctuación, cambian los horarios y sobrevienen noches en las horas de la mas tempranas mañanas y viceversa.

Azares

En el Conngo, los impuros comprendemos que la suerte de seguir andando, al igual que cualquier otro azar, carece de sustentos y por tal, es volátil, y jamas avisa sobre cambio de frente alguno.

La propiedad de las historias en El Congo

Es ley primordial entre las primordiales del Congo que las historias son de quien las pregona. Desde las gacetas de los sabios reales, se extrae la siguiente sentencia al respecto:

"Es cotidiano en estas latitudes, el hecho de que no alcance el alegato circunstancial de haber vivido cada uno, por si mismo la historia, como para andar denunciándose parte material de esta.
Con solo soñarse protagonista de alguna historia, le es dado a cualquier mortal, la misma notable promiscuidad para recordarla, desde luego, con la misma intensidad que su propietario original... e incluso con una avidez especial al comentarlas."