Conspicuos

Por aquí hay espacio para objetos, sensaciones y eventualidades que realmente son lo que parecen ser.

El secreto para encontrar eternidad fuera del propio horizonte, parece resumirse en un compendio de ilustraciones que domestica acerca de como negarse a brindar atención de espectador a todo aquello que no tenga ínfulas de protagonismo.

Los prodigios y el Conngo

Las grandes civilizaciones conocen la tecnología del álgebra, la pretenden los fanáticos del dogma, la insultan los congos engreídos, la ignoran los frígidos y los contusos se jactan de ella sin conocerla, los prosaicos del todoterreno detestan todo cuanto se presenta opaco.

Hay preambulistas mezquinos que difaman y llegan a despreciarla, hasta los segundos de afuera.

Algunos rumores alivian diestramente el escollo. Sabido es por estos barrios que ciertos congolitos tienen por postre practicarla y de vez en cuando, alguno la abraza y no duda en llamarle poesía.

Bares y Conngos

Las confiterías en el Conngo, a excepción de aquellas ubicadas en la zona este, desvirtuan la coherencia de la vida cotidiana. Es que, décadas atrás, un puñado de conngueños comprendieron que, si bien es posible entrar y salir de ellas, los egresos suelen anteceder al pedido del cortado doble.
Sucede que los bares del Conngo son alteraciones singulares, cuya particularidad reside en permitir a los parroquianos moverse libremente en la cuarta dimensión. De este modo, tomar un té con limón es mucho más que ingerir la tradicional bebida. Implica una visita libre a cualquier rincón del espacio-tiempo. Incluso hay quienes se significan exclusivamente al cafetear en el Bar, viviendo en el pasado. Probablemente el suyo.
Pocos conngueños conocen este secreto, por lo que la mayoría se sorprende (tras pagar la propina) al reencontrarse con viejos personajes que creían difuntos, y acaso enterrados.
Es que, como bien sabemos, en el Conngo la muerta mata a tiempo, pero avisa tarde.