Las confiterías en el Conngo, a excepción de aquellas ubicadas en la zona este, desvirtuan la coherencia de la vida cotidiana. Es que, décadas atrás, un puñado de conngueños comprendieron que, si bien es posible entrar y salir de ellas, los egresos suelen anteceder al pedido del cortado doble.
Sucede que los bares del Conngo son alteraciones singulares, cuya particularidad reside en permitir a los parroquianos moverse libremente en la cuarta dimensión. De este modo, tomar un té con limón es mucho más que ingerir la tradicional bebida. Implica una visita libre a cualquier rincón del espacio-tiempo. Incluso hay quienes se significan exclusivamente al cafetear en el Bar, viviendo en el pasado. Probablemente el suyo.
Pocos conngueños conocen este secreto, por lo que la mayoría se sorprende (tras pagar la propina) al reencontrarse con viejos personajes que creían difuntos, y acaso enterrados.
Es que, como bien sabemos, en el Conngo la muerta mata a tiempo, pero avisa tarde.