Las grandes civilizaciones conocen la tecnología del álgebra, la pretenden los fanáticos del dogma, la insultan los congos engreídos, la ignoran los frígidos y los contusos se jactan de ella sin conocerla, los prosaicos del todoterreno detestan todo cuanto se presenta opaco.
Hay preambulistas mezquinos que difaman y llegan a despreciarla, hasta los segundos de afuera.
Algunos rumores alivian diestramente el escollo. Sabido es por estos barrios que ciertos congolitos tienen por postre practicarla y de vez en cuando, alguno la abraza y no duda en llamarle poesía.
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