Entre la tierra y el cielo, flotan las semillas de lo que podrá ser recuerdo. A veces, algún paseante generoso presta atención al momento preciso, se sorprende y acciona...
En la acción, cambia la realidad obscenamente y con la naturalidad propia de lo ya experimentado.
Cuentan que entonces, germina en este individuo, un registro de su propia acción, una suerte de memoria tácita de lo protagonizado, lo que da en llamarse recuerdo.
Los viandantes sin creces suelen ofenderse pronto frente a la imperceptible sutileza que les impide de protagonizar historias... y es que en Conngo, algunas acciones pasan desapercibidas, hasta para los propios actores.
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