En el Conngo existe quienes dedican su tiempo a la escritura.
Por un lado están quienes cuentas lo que observan y oyen; su identidad es enrolada bajo sentidos que se niegan tales. Estos escribas son respetados por sus pares y ellos, a su vez, respetan los múltiplos, de modo que la cadena respetuosa deviene infinita.
Este respeto produce temblores en el Conngo. Con él se invoca a La Verdad.
Otros conguenses se saben habitantes únicos de un Conngo desolado y en perpetua construcción. Sus palabras no apelan más que a sí mismos, sus escritos intuyen y conjugan quienes son.
Es que ellos (antes que nosotros lo revelaramos) comprendieron la secreta y terrible cadena de la angustia. Saben bien que el Conngo desaparece cada vez que la paradoja actúa, y que el Conngo consecuente no es más que la evidencia de la muerte.
Es que por cada Verdad invocada, los (antaño omnipotentes) dioses del Conngo, se cobran onerosos sacrificios.
Y bien saben estos conngolitos que un dios jamás da vuelto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario