En el Conngo, nadie es tan imbécil como para creer que realmente existen el día y la noche. Nadie es tan ajeno, tampoco, como para dejar pasar una noche siquiera sin mirar su luna.
En estas tierras, también, lo escrito se distingue claramente de lo predeterminado.
En estas tierras, también, lo escrito se distingue claramente de lo predeterminado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario