Finales

Cuentan las profecías que llegará un día en que el Conngo implote. Desde el agujero negro que hace las veces de centro de manzana, hasta el último ignoto orbitante que jamás lo observó.
Es bien sabido que la sospecha del Conngo es posible, solamente, por la fisura que la paradoja traza en diversas matrices. El fin de la contradicción, la dicción universal, cambiará de tema.
Los conngudos se relamen en la víspera, acusando a los más absortos vecinos de ser responsables. Dedos en alto y gritos crispados los identifican ante cada nubarrón.
Los conngueses se ríen de los profetas. Comprenden que el futuro está constituído por falacias e interpretaciones de los más sospechosos vejetes.
Los conngolitos, por supuesto, no ven la hora de que esto suceda. Pasan sus días en la búsqueda de la sagrada dicción que los conduzca a un Conngo actualizado.
Los sabios primeros son los únicos en aceptar que nada nuevo podrá enunciarse y que, por lo tanto, el Conngo siempre acaba de implotar.

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