Diccionarios en el Conngo

En el Conngo brillan en ausencia las dificultades conversacionales. Ante las eventuales vicisitudes contenidas en la diversidad de sentido posible en su lenguaje, los conngolitos aprovechan para dar a luz lo nuevo; en el Conngo, lenguaje, innovación y charla de cafetín, comparten campos semánticos.
Los diccionarios, guías de la dicción (ajena, propia y pretendidos neutros), no remiten a lo referido de la palabra, sino que devuelven, al conngolito de turno, su realidad en construcción; en estos lares, no hay libros ilustrados que pretendan explicar algo más que a sí mismos.
De modo que frente al término televisor, el mataburros reflexiona: "dispositivo frente al cual un habitante del conngo elige, momentaneamente, ceder su mundo al libre devenir del zapping".
Los sabios del Conngo, tras arduos debates, sumados a diversas y contradictorias visitas al Oráculo, acuñan para diccionario lo siguiente: "construcción de un yo ajeno al yo que pretende controlar el sentido de lo que, por definición, carece de existencia".
El diccionario descripto carece de orden ajeno al aleatorio, de tal manera que su primer entrada es Conngo: "posible lugar donde habitan conngolitos, conngueños, conngudos, conngueses y conngorianos. Su ubicación paradojiza el espacio-tiempo y gatilla, eternamente, un big bang sobre él."

Oniris y Conngos

En el Conngo nadie sabe cuando sueña; y si lo soñado le pertenece al soñador de turno. Las noches devienen misteriosas y multitudes de conngolitos acuden, cada mañana, a las esquinas a compartir sus experiencias oníricas, en pos de rastrear su propio sueño, aparecido en algún Otro.
En dichas conversaciones, los sueños emergen de nuevo, y reconocen en el acto a sus dueños. El conngolito que encuentre el suyo, morirá al instante; morirá feliz. Sucede que en el Conngo, el sueño es Tótem; lo vivo es lo que sueña, y quien ya no precisa hacerlo, no duda en retirarse jactansioso.
Algunos conngudos, sin embargo, suponen que cada sueño da igual, y se arrogan propiedades sobre aquellos de carácter bastardo e indeciso. Esperan encontrar lo que nunca perdieron.
Es que los conngudos del Conngo, no sueñan.

Conspicuos

Por aquí hay espacio para objetos, sensaciones y eventualidades que realmente son lo que parecen ser.

El secreto para encontrar eternidad fuera del propio horizonte, parece resumirse en un compendio de ilustraciones que domestica acerca de como negarse a brindar atención de espectador a todo aquello que no tenga ínfulas de protagonismo.

Los prodigios y el Conngo

Las grandes civilizaciones conocen la tecnología del álgebra, la pretenden los fanáticos del dogma, la insultan los congos engreídos, la ignoran los frígidos y los contusos se jactan de ella sin conocerla, los prosaicos del todoterreno detestan todo cuanto se presenta opaco.

Hay preambulistas mezquinos que difaman y llegan a despreciarla, hasta los segundos de afuera.

Algunos rumores alivian diestramente el escollo. Sabido es por estos barrios que ciertos congolitos tienen por postre practicarla y de vez en cuando, alguno la abraza y no duda en llamarle poesía.

Bares y Conngos

Las confiterías en el Conngo, a excepción de aquellas ubicadas en la zona este, desvirtuan la coherencia de la vida cotidiana. Es que, décadas atrás, un puñado de conngueños comprendieron que, si bien es posible entrar y salir de ellas, los egresos suelen anteceder al pedido del cortado doble.
Sucede que los bares del Conngo son alteraciones singulares, cuya particularidad reside en permitir a los parroquianos moverse libremente en la cuarta dimensión. De este modo, tomar un té con limón es mucho más que ingerir la tradicional bebida. Implica una visita libre a cualquier rincón del espacio-tiempo. Incluso hay quienes se significan exclusivamente al cafetear en el Bar, viviendo en el pasado. Probablemente el suyo.
Pocos conngueños conocen este secreto, por lo que la mayoría se sorprende (tras pagar la propina) al reencontrarse con viejos personajes que creían difuntos, y acaso enterrados.
Es que, como bien sabemos, en el Conngo la muerta mata a tiempo, pero avisa tarde.

No todos


Hay conngolitos que, en ocasiones, se acuerdan de vivir


Sobre la luz

Hay un tipo de tormentas que sorprenden en la llanura. Cuando un viandante se sumerge en ciertos rincones, las intemperies transforman su entidad en una suerte de existencia esencial y neta de materialidades.

Nadie duda de los desencuentros, ni de las demoras y mucho menos de los temporales. Ambas situaciones resultan fecundas en ideas y en una gran mayoría, impregnan creatividad y comprensión de lo que antes no era claro.

Al parecer, en el Conngo, cuando alguien entiende algo nuevo, rara vez logra recordar lo que significó no haberlo entendido.


Otros dialogos

A la llegada de los otoños, en los foros de la tarde se conglomeran los preguntantes, se aglutinan los fabuladores y mas de un erudito pasa desapercibido. La estación de las respuestas parece apropicuarse y un dejo de ansiedad gobierna las atmósferas y los antros.

A pesar del aparente caos, las desvariaciones y las disputas rara vez perpetúan inconcluciones.

Y es que cada ser en Conngo, tiene la capacidad de abordar y dirimir todo tipo de desperfecto comunicativo. Cada uno de los miles de discutientes dentro de estas fronteras, elige cuanto de su devenir le dedica a sus debates.

Dicen los que dicen que saben, que es por este motivo que ciertos foristas serán por siempre eternos.

Relaxes

Las tardes entre perezas y ánodos de sal, bajo los taibos la vida se pasa mas lento.

Al principio, creí que se trataba de un virus, consecuencia de vivir dentro de una brutal y gigantiasica berenjena, pero no... diría yo que es mas bien una suerte de entresueño.

...ahora bien, heme aquí.

En lo recóndito de un mar con espuma de viento, en la ladera de una ola... desparramado sobre un colchón de imágenes, una red de momentos que preludian una nueva siesta infinita.

Los escribas en el Conngo

En el Conngo existe quienes dedican su tiempo a la escritura.
Por un lado están quienes cuentas lo que observan y oyen; su identidad es enrolada bajo sentidos que se niegan tales. Estos escribas son respetados por sus pares y ellos, a su vez, respetan los múltiplos, de modo que la cadena respetuosa deviene infinita.
Este respeto produce temblores en el Conngo. Con él se invoca a La Verdad.
Otros conguenses se saben habitantes únicos de un Conngo desolado y en perpetua construcción. Sus palabras no apelan más que a sí mismos, sus escritos intuyen y conjugan quienes son.
Es que ellos (antes que nosotros lo revelaramos) comprendieron la secreta y terrible cadena de la angustia. Saben bien que el Conngo desaparece cada vez que la paradoja actúa, y que el Conngo consecuente no es más que la evidencia de la muerte.
Es que por cada Verdad invocada, los (antaño omnipotentes) dioses del Conngo, se cobran onerosos sacrificios.
Y bien saben estos conngolitos que un dios jamás da vuelto.

Varietales Artísticos

En el Conngo, arte y taxonomía son antónimos.
Los conngueños circulan por sus calles degustando las diversas ofertas de sonidos, imágenes y sabores que otros conngolitos producen sin conciencia.
Es que en el Conngo, las gentes han aprendido casualmente que un congueño es un congueño y un conngolito es un conngolito; sin mezclas que enturbien los sentidos. De este modo todos conviven, sin convivir siquiera.
Los unos no son concientes de sus obras, los otros no comprenden el origen de sus interpretaciones. Los primeros resignifican los sentidos, mientras aquellos pasan silbando bajito.
Los terceros, absortos en la contemplación, son quienes comprendemos el eterno círculo vicioso que los alimenta. Sabiendo lo que ellos jamás:
Que en el Conngo, nadie puede ser; disfrutando de su libertad devienen esclavos de sí mismos.