Diccionarios en el Conngo
Oniris y Conngos
Conspicuos
Por aquí hay espacio para objetos, sensaciones y eventualidades que realmente son lo que parecen ser.
El secreto para encontrar eternidad fuera del propio horizonte, parece resumirse en un compendio de ilustraciones que domestica acerca de como negarse a brindar atención de espectador a todo aquello que no tenga ínfulas de protagonismo.
Los prodigios y el Conngo
Las grandes civilizaciones conocen la tecnología del álgebra, la pretenden los fanáticos del dogma, la insultan los congos engreídos, la ignoran los frígidos y los contusos se jactan de ella sin conocerla, los prosaicos del todoterreno detestan todo cuanto se presenta opaco.
Hay preambulistas mezquinos que difaman y llegan a despreciarla, hasta los segundos de afuera.
Algunos rumores alivian diestramente el escollo. Sabido es por estos barrios que ciertos congolitos tienen por postre practicarla y de vez en cuando, alguno la abraza y no duda en llamarle poesía.
Bares y Conngos
Sobre la luz
Hay un tipo de tormentas que sorprenden en la llanura. Cuando un viandante se sumerge en ciertos rincones, las intemperies transforman su entidad en una suerte de existencia esencial y neta de materialidades.
Nadie duda de los desencuentros, ni de las demoras y mucho menos de los temporales. Ambas situaciones resultan fecundas en ideas y en una gran mayoría, impregnan creatividad y comprensión de lo que antes no era claro.
Al parecer, en el Conngo, cuando alguien entiende algo nuevo, rara vez logra recordar lo que significó no haberlo entendido.
Otros dialogos
A la llegada de los otoños, en los foros de la tarde se conglomeran los preguntantes, se aglutinan los fabuladores y mas de un erudito pasa desapercibido. La estación de las respuestas parece apropicuarse y un dejo de ansiedad gobierna las atmósferas y los antros.
A pesar del aparente caos, las desvariaciones y las disputas rara vez perpetúan inconcluciones.
Y es que cada ser en Conngo, tiene la capacidad de abordar y dirimir todo tipo de desperfecto comunicativo. Cada uno de los miles de discutientes dentro de estas fronteras, elige cuanto de su devenir le dedica a sus debates.
Dicen los que dicen que saben, que es por este motivo que ciertos foristas serán por siempre eternos.
Relaxes
Las tardes entre perezas y ánodos de sal, bajo los taibos la vida se pasa mas lento.
Al principio, creí que se trataba de un virus, consecuencia de vivir dentro de una brutal y gigantiasica berenjena, pero no... diría yo que es mas bien una suerte de entresueño.
...ahora bien, heme aquí.
En lo recóndito de un mar con espuma de viento, en la ladera de una ola... desparramado sobre un colchón de imágenes, una red de momentos que preludian una nueva siesta infinita.
Los escribas en el Conngo
Por un lado están quienes cuentas lo que observan y oyen; su identidad es enrolada bajo sentidos que se niegan tales. Estos escribas son respetados por sus pares y ellos, a su vez, respetan los múltiplos, de modo que la cadena respetuosa deviene infinita.
Este respeto produce temblores en el Conngo. Con él se invoca a La Verdad.
Otros conguenses se saben habitantes únicos de un Conngo desolado y en perpetua construcción. Sus palabras no apelan más que a sí mismos, sus escritos intuyen y conjugan quienes son.
Es que ellos (antes que nosotros lo revelaramos) comprendieron la secreta y terrible cadena de la angustia. Saben bien que el Conngo desaparece cada vez que la paradoja actúa, y que el Conngo consecuente no es más que la evidencia de la muerte.
Es que por cada Verdad invocada, los (antaño omnipotentes) dioses del Conngo, se cobran onerosos sacrificios.
Y bien saben estos conngolitos que un dios jamás da vuelto.
Varietales Artísticos
Los conngueños circulan por sus calles degustando las diversas ofertas de sonidos, imágenes y sabores que otros conngolitos producen sin conciencia.
Es que en el Conngo, las gentes han aprendido casualmente que un congueño es un congueño y un conngolito es un conngolito; sin mezclas que enturbien los sentidos. De este modo todos conviven, sin convivir siquiera.
Los unos no son concientes de sus obras, los otros no comprenden el origen de sus interpretaciones. Los primeros resignifican los sentidos, mientras aquellos pasan silbando bajito.
Los terceros, absortos en la contemplación, son quienes comprendemos el eterno círculo vicioso que los alimenta. Sabiendo lo que ellos jamás:
Que en el Conngo, nadie puede ser; disfrutando de su libertad devienen esclavos de sí mismos.